En el candelero, a raíz de la iniciativa catalana, no hay debate televisivo o radiofónico en donde los llamados taurinos no esgriman o arrojen a las caras de los que no lo somos, los mismos intragables y remanidos argumentos de toda la vida: ese “sublime arte”, incomprendido por el populacho espiritual , la deseada casta inmortal, la santa tradición, etc,etc…y ante todo esto he de proclamar, para que se me entienda:
¡Y UNA MIERDA…!
Vayamos por partes. Lo primero que oímos, los que no tragamos, es aquello del ARTE con mayúsculas que rezuma el espectáculo, y en principio tienen razón. Una “mise en scène” semejante, litúrgica, no exenta de ninguno de los atractivos necesarios para un éxito full: dicharachera coreografía, luminotecnia textil, testosterona paquetera, cañeros pasodobles , morenas y rubias, puros y peinetas… Picasso, Hemingway, Goya, Canal plus… ¡Enhorabuena..!, pero mil veces NO.
TODO, en torno a una masacre, y vestiditos de Armani.
Los afiliados dicen: ¡ Después bien que os coméis los cerdos, pollos, etc.…! y ponen encima de la mesa aquello de las carnicerías en los mataderos. Pues sí, sí que nos los comemos, los que comemos carne y tenemos hambre, pero lo que no hacemos es hacer del martirio de un animal un “espectáculo artísticocircense” con banda de música. Y añadimos, que allá donde en este país se incumplieran o no existiesen normas que eviten la crueldad y el sufrimiento innecesario a los anímales, arremeta o arbítrese.
Después viene aquello de la casta, la perdurabilidad de la especie, la nobleza, no conoces las dehesas…tócate las cojones.
Y además hay que escucharlo en boca de cenutrios, adinerados o no, que paralelamente, y en muchos casos, disfrutan de esa otra bonita y lúdica actividad que es la caza, y encima, como seres sensibles y comprometidos con la naturaleza donde los haya, se permiten el lujo de decir que aman a los animales por encima de todo, que no nos enteramos. Cabrones.
Si en verdad los queréis, dejadlos correr...
Y a continuación, la sagrada tradición. No hay un día, sobre todo en nuestro ibérico verano, en el que en algún telediario aparezca una reata de mastuerzos, ensogando, endardando, embolando ,a lanzazo limpio, o infligiendo cualquier otra divertida y autóctona salvajada a la carta contra un bello animal aterrado y acorralado en pro de una bonita y ancestral tradición, y hay de aquel que abrir el pico osase.
“Ezto ziempre zahecho en er pueblo, er bicho no zufre y vetepallá cabrón que nontiendo y testrozo la cámara…” … dicen con gracia y desparpajo.
También, Cabronazos, en este país, se iba a las plazas públicas a ver como se quemaba viva a la gente en pro de otras divinas tradiciones. Actualmente se dilapida, se practica la ablación,y por si acaso, nada tienen que ver toro y mujer, pero en definitiva, todas esas sensibles y arraigadas costumbres populares, se ejercen amparadas por la tradición, pero no por ello dejan de ser a la vez aberraciones injustificables y vergonzosas.
En esta España nos hemos criado viendo corridas de toros en la tele o en las plazas, por cierto, y por aquello de los datos de primera mano de simple observador, he ido varias veces a verlos, eh.. pero llega un momento en el que uno, ya más mayorcito, racionaliza , sensibiliza el hecho, y se dice: En un país europeo, en el siglo XXI ,tamaña ignominia y que esta sociedad no ponga freno a semejante barbarie….??
Mucha gente vive del toro, y honradamente, pero también las drogas, el tráfico de armas, la prostitución generan enormes beneficios, y no por ello son justificables.
Esta claro que el espectro social defensor de semejante actividad es variado, gente de todo pelaje y fortuna. En cualquier caso, creo que la verdadera y necesaria sensibilidad no habita en ellos. Mentes, en algunos casos, aparentemente lúcidas, pero que de manera impasible y despiadada fomentan actividades en donde la barbarie gratuita, el sufrimiento, y la fiesta que se deriva de ello, es motivo de orgullo, y además, patrio, una auténtica vergüenza.